Kayros


"No es un gran dios de lo eterno, sino un diosecillo, un duende, un daimon o demonio, que llamarían los griegos. 
Sus imágenes son pocas. Es hijo de Zeus (el que destituye la tiranía de Kronos y queda siendo el amo del orden cósmico que no originó) y de Tijé (diosa de la suerte o de la fortuna). Tiene parentesco, entonces, con Kronos pero también con la suerte o la fortuna, con la oportunidad. 
Esta divinidad menor suele ser presentada como un adolescente con los pies alados que 
sostiene una balanza desequilibrada con su mano izquierda. Es calvo o sólo tiene un mechón en la parte delantera de la cabeza. Es bello. 
Es heredero del tiempo (de Zeus, hijo de Kronos) pero es capaz de que la fortuna nos sonría en. Puede darnos un trocito de gloria, un instante genial en el transcurrir de Kronos. De la muerte a la muerte. Es calvo o con un mechón sólo en la parte delantera de su cabeza y tiene los pies alados. Ello nos da cuenta de que es muy veloz. Que hay que encontrarlo y cogerlo en el momento justo o se nos escapará y no podremos agarrarlo del pelo para recuperarlo cuando se esté escapando. 
Es bello porque, finalmente para los griegos, la belleza siempre es oportuna y la oportunidad es el único artífice de la belleza. Por esta razón, desde siempre estuvo vinculada con las artes. 
Y tiene una balanza desequilibrada en su mano izquierda pues no es su virtud el equilibro. El medio entre dos contrarios. Sino que él mismo posee el secreto de su medida. Por ello lleva una balanza, por ello nosotros vemos su balanza desequilibrada. 
Con los pies alados, como Hermes, el mensajero de los dioses, esta divinidad veloz que va y viene, une dos mundos en un solo instante. Dios menor y sin embargo el más grande para 
nosotros. Nuestro intercesor.
[...]
Por ello Kairós es nuestro dios más propio. El pliegue, el lugar donde se unen y donde 
podemos distinguir el tiempo de la supervivencia entre muerte y muerte; y el tiempo de la vida plena donde no hay muerte.
[...]
La historia no se cuenta por kronos, se cuenta por kairós. Los hitos son aquellos momentos 
esquivos y extraños, con su propia temporalidad, que nos abren la puerta a la vida sin muerte. A la vida sin fatiga ni desgaste. Aquello que hace que la homogeneidad, la identidad de los días de trabajo, de los momentos en los que nada ocurre se rompa y entre un poco de tiempo puro."

Fragmento de "Los pliegues del tiempo: Kronos, Aión y Kairós." 
Amanda Núñez